Acerca de esta grabación

Dudamel's Fiesta

Grabar una selección de piezas latinoamericanas después de un disco de Beethoven y otro de Mahler no es tan descabellado como parece. De hecho, para Gustavo Dudamel la distancia entre Beethoven y el compositor venezolano Carreño es tan grande como un paso de baile. "Mi padre tocaba en un grupo de salsa", recuerda, "así que empecé a bailar cuando era muy pequeño, un bebé. Aprender a bailar forma parte de nuestra cultura, lo llevamos en la sangre. La música latina tiene que ver con el baile, con el ritmo. Y tratamos de poner este condimento en toda nuestra música. Con Mahler -el segundo movimiento de la Quinta Sinfonía está tan lleno de energía- o el último movimiento de la Séptima de Beethoven, o el primer movimiento, hay una sensación de baile".

Era lógico, pues, que la tercera grabación de Dudamel para Deutsche Grammophon fuera un disco de música latinoamericana. "A menudo en un concierto tocamos una sinfonía de Beethoven o Mahler, pero en la primera mitad podemos interpretar a Castellano y Ginastera. Para nosotros existe una estrecha relación, porque la música es ante todo energía y movimiento. Mahler y Beethoven son importantes, pero también es importante tener la oportunidad de presentar nuestra propia música. Para esta grabación decidimos elegir pequeñas piezas de diferentes compositores, para mostrar la belleza de la música latinoamericana. Hemos creado un pequeño mosaico con lo mejor. Es como una fiesta, una fiesta".

La selección de Dudamel incluye cuatro compositores venezolanos, dos mexicanos y un argentino. El animado Mambo de Leonard Bernstein, un guiño a la exuberancia latina del Norte, que los venezolanos han hecho suya, completa la colección.

Fue con la Fuga con Pajarillo (1990) de Aldemaro Romero con la que Dudamel, de 23 años, selló su destino como ganador del primer Concurso de Dirección Gustav Mahler de Bamberg en 2004. "Su alegre identificación con la pieza provocó una de las mejores interpretaciones de la orquesta del fin de semana", comentó el observador de Andante Eric Valliere. "Había que traer una pieza de su propio país", dijo Dudamel. "Esta es maravillosa: difícil de montar, pero hermosa. Conocí al maestro Romero hace cinco años en una fiesta, y cuando decidí tocar su música, se puso muy contento. "El pajarillo es un baile típico venezolano, quizás el más famoso, junto al joropo. Es como un vals, pero con el acento en el tiempo débil: no es 'un dos tres, un dos tres', sino 'un dos tres, un dos tres'. No es un baile cómodo". Romero es más conocido como creador de la escuela musical venezolana "Onda Nueva", derivada de la bossa nova brasileña y el joropo venezolano, y por su habilidad para combinar formas folclóricas, canciones populares y técnicas sinfónicas tradicionales.

"La pieza es un pajarillo, pero en combinación con una fuga compleja", explica Dudamel. "El pajarillo que impregna la melodía y el ritmo da una sensación de improvisación y contrasta con la forma fugada predeterminada. Esto es lo que hace que esta pieza sea tan fascinante".

Las danzas folclóricas son igualmente importantes para Inocente Carreño. Su obra Margariteña (1954) es una de sus adaptaciones más directas de melodías tradicionales venezolanas en una producción que tiende a un enfoque más europeo. Su título procede tanto de la canción popular "Margarita es una lágrima" como de la forma rapsódica venezolana Margariteña. "Carreño era un trompetista, lo que se nota en todos los solos de trompa de la Margariteña", dice Dudamel. "También es director de orquesta, y yo he dirigido para él y con él. Se puede sentir la playa en esta pieza. Puedes sentir el aire y oler el agua. Está llena de vida, pero también de nostalgia: una de las canciones que utiliza es una canción infantil, una melodía que cantamos cuando jugamos".

Al igual que Carreño, Evencio Castellanos fue alumno del musicólogo, pedagogo y compositor venezolano Vicente Emilio Sojo (1887-1974), que recopiló y documentó la música folclórica venezolana, tejió su influencia a través de sus numerosas e importantes obras de música de iglesia y fundó la Orquesta Sinfónica de Venezuela en 1930. La Santa Cruz de Pacairigua de Castellanos, de 1954, lleva el nombre de una pequeña iglesia cercana a Caracas, que debe su fama a las estridentes festividades de su fiesta anual de la Cruz. "Es un día de fiestas religiosas, en el que el Diablo lucha por apoderarse de la Cruz y hay que detenerlo", dice Dudamel. "En la pieza de Castellanos se pueden escuchar tanto las celebraciones gentiles de los ricos como las fiestas rústicas de los pobres, que conducen a un clímax de bebidas, bailes y gente disfrutando... Para esta grabación, tuvimos la increíble oportunidad de contar con el hijo de Castellanos, que también es director de orquesta, para tocar la celesta en la orquesta. Trajo a los ensayos los manuscritos de la pieza de su padre".

Más elegíaca es Mediodía en el Llano, de Antonio Estévez, una evocación sinfónica de Los Llanos, las amplias y planas praderas de la alta estepa venezolana. Los llanos invitaban a los vastos rebaños de ganado traídos durante la época colonial por los llaneros, la respuesta venezolana al vaquero americano. Estévez compuso la pieza como movimiento central de su Suite Llanera de 1948, pero más tarde desechó los movimientos exteriores, diciendo del Mediodía: "Aunque me parece la parte más árida de la suite, es también la más venezolana". "Esta es una de las primeras piezas de Estévez", explica Dudamel. "Es muy impresionista, con influencia de Debussy, lenta, con bellas melodías dentro de diferentes colores. El compositor era de Los Llanos, y la pieza rinde homenaje a ese lugar".

Dado que la cultura musical latina de Venezuela también está fuertemente influenciada por la de los países vecinos, era natural que la selección de Dudamel incluyera obras de otros países. El Danzón nº 2 (1994) de Arturo Márquez es tan popular que ha sido calificado como el "segundo himno nacional" de México. Márquez basó sus danzones en la música de Cuba y de la región mexicana de Veracruz. "Los jóvenes de aquí sueñan con tocar el Danzón; les encanta", dice Dudamel. "Es un compositor joven, y la pieza es una danza típica latinoamericana de nuestro tiempo".

Una danza de carácter más arcaico es la Sensemayá (1938) del compositor mexicano Silvestre Revueltas. Basada en el poema del poeta afrocubano Nicolás Guillén, Canto para matar una serpiente, la pieza tiene sus raíces en el primitivismo. "Es una especie de Rito de Primavera latino, lleno de las danzas mitológicas de los mayas y los aztecas", dice Dudamel.

La suite Estancia (1941) del compositor argentino Alberto Ginastera es también una leyenda coreográfica, en su caso basada en los antiguos mitos de los indios guaraníes, que narra la vida de gauchos y peones en la Pampa con elementos folclóricos y criollos. "Es una de sus piezas más famosas, y también típica de nuestra orquesta", dice Dudamel.

"Esta música es nuestra identidad. Venezuela tiene muchas orquestas de alto nivel. Tienen algo muy importante, que en nuestro mundo estamos perdiendo, y que se puede escuchar cuando la Orquesta Simón Bolívar toca: el amor por la música. Les encanta tocar. La música cambió nuestras vidas, la música es nuestra vida. Lo damos todo en cada actuación. Y todo eso se puede escuchar en esta grabación".

Shirley Apthorp
3/2008

Lista de canciones

1. Sensemayá
2. Margaritena
3. Mediodia en el Llano
4. Danzon No.2, Suite para cuerdas
5. Fuga con Pajarillo
6. Las tradbajadores agrícolas
7. Danza del trigo
8. Los peones de hacienda
9. Danza final (Malambo)
10. Santa Cruz de Pacairigua (Suite Sinfónica), "West Side Story" - Symphonic Dances
11. 4. Mambo